No sabría ni lo que era el sexo al conocerte.
Bien por desgracia, bien por suerte,
supe desde el primer momento
que se me abría un pozo abierto
y que nunca me serías indiferente,
pues de mis deseos serías fuente.
Desde mi infantil inocencia,
te convertí en postal de naranjos,
obviando la magia negra
que con los años fui abrazando.
Te hice mi hermosa princesa,
brindando con champagne del caro,
besándonos apasionados al amparo
de una burbuja color fresa.
Pero todo lo que besa, vuela,
y no hay burbuja que no estalle.
Huiste al baúl del garaje
y te llevaste el fuego de las velas.
Derroché sin cabeza.
Viví sin pasión.
Dormí desnudo entre la maleza,
añorando el latir de tu corazón.
Años más tarde, Cupido
y sus caprichosas flechas
rescataron del olvido
nuestro amor de otras fechas.
Sentí el calor en tu abrazo,
el placer en tu pelo alborotado,
el cosquilleo que sube por el brazo
al verte tras haberte desnudado.
Mas acabaron ya los vals en el salón.
Cambié la otrora infantil alegría
por mi actual agónica rebeldía.
Pero siempre, desde el corazón.
Y hoy por hoy,
puedo asegurar que eres mi droga.
Pues tu esclavo soy,
aunque me sienta rey del verso que me corona.
... A la escritura.
Biko.
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