Encerrándose en el papel
y abriéndose el corazón,
comienza este sastre a tejer
la bandera de su amor.
Lancé el rojo a la basura.
Lancé el amarillo a las brasas.
Derribando con bravura
las barreras de mi alma.
¡Y si Calma no me abraza!
¡Y si Odio hoy me atrapa!
Sin duda seré incapaz
de esta mi voz alzar
a la par de esta guitarra.
Porque yo no, hermano,
por tu origen no separo.
Mi amor y mi amistad
valen mucho, mucho más
que esas fronteras de gusanos.
Yo también puedo escupir veneno
pero prefiero ser la cura.
Seré tu guardián entre el centeno
y mataré al Odio tras la espesura.
Contagiarte con mis versos la felicidad
del que lo creía todo perdido.
Convencerte de la alegre realidad,
tras el llanto, del gozo merecido.
Biko.
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