abrazado a la utopía de la mente y sus engaños,
con el boli como dueño,
más el tiempo que me enseña,
con el rastro de los años atrapado en mi memoria,
victorias y desengaños...
Frunciendo muy poco el ceño,
intentando no hacer daño,
regalando más cariño,
sigo en búsqueda del guiño
de la esencia de la magia,
encañonando al azar y viviendo entre delirios,
vivencias en el destino
que encontraré en un resquicio,
mientras no paran latidos por consumirme la vida
tras una y otra caída.
Y el planeta haciendo ruido,
callados los corazones,
voces mudas que da el alma
por amor y otras razones.
La canción en esta vida,
donde el que no muere hambriento
lo mata el cáncer o el SIDA,
donde en ánimas sin ánimo
reside el odio y la envidia,
donde tiempo a la hermosura
conduce a la sepultura,
pues juventud es mentira,
se engendran más niños viejos
entre guerra y desventuras.
Mozo.
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